domingo, 30 de septiembre de 2012

La toxina botulínica cumple 10 años en Medicina Estética.


    La toxina botulínica (más conocida por uno de sus nombres comerciales, Bótox®), tratamiento cosmético que mitiga los signos de envejecimiento y atenua las líneas de expresión, celebra su décimo aniversario de su uso con fines estéticos.
     Durante los años setenta, el Doctor Alan B. Scott comenzó a inyectar toxina botulínica en el entrecejo de pacientes con estrabismo. Poco a poco, se dio cuenta de que estos pacientes no sólo mejoraban de su dolencia original, sino que cuando tenían arrugas en la zona de aplicación, éstas comenzaban a desaparecer. 
    De esta forma se iniciaron los estudios sobre los efectos estéticos de la toxina botulínica. En 2002 se aprobó en Estados Unidos el tipo A para uso estético y dos años más tarde en Europa. 
    La toxina botulínica es un fármaco ampliamente utilizado en neurología y unidades del dolor y rehabilitación. En España más del 50 % de sus aplicaciones son médicas no estéticas. Además de aplicaciones estéticas y para el tratamiento del exceso de sudoración, la toxina botulínica se emplea en otras especialidades para el tratamiento del estrabismo, "tics", espasmos musculares, dolor lumbar, ciertos tipos de migrañas o fibromialgia reumática.
     Desde el punto de vista de la Medicina Estética, además de mitigar los signos de envejecimiento, la toxina botulínica es un tratamiento recomendado para prevenir las futuras arrugas.
    Sus efectos no se perciben de inmediato, sino que comienzan a hacerse visibles a los tres o cinco días, dependiendo de cada persona. Por lo general se puede decir que los efectos de la aplicación de la toxina botulínica comienzan a atenuarse a los 3 meses y desaparecen a los cinco o seis meses aunque esta duración varía dependiendo del grosor de la piel, de la potencia del músculo, de la cantidad de gestos que haga cada persona y de si las arrugas son más o menos profundas. 

    Este tratamiento es perfecto para la corrección de las arrugas y, a día de hoy, cuenta con el menor número de efectos secundarios descritos en medicina estética.
    Según un estudio presentado en el Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), las inyecciones de toxina botulínica son el tratamiento facial más demandado por los hombres por delante de los tratamientos para eliminar manchas faciales. 
    Cuando la toxina botulínica no es aplicada por un experto, el resultado puede ser de falta de expresión en las facciones. Los especialistas médicos siempre buscan resultados naturales, saludables y armónicos para que, si el paciente así lo desea, nadie sepa que se ha retocado. 
  En España, este producto, en cualquiera de sus tres presentaciones comerciales disponibles para la estética (Vistabel®, Azzalure® y Bocouture®) sólo se pueden conseguir por médicos acreditados y en farmacias autorizadas, bajo un estricto control del Ministerio de Sanidad. Por ello, su aplicación en centros no médicos y por personal no médico no garantiza el origen y la calidad del producto, con el consiguiente riesgo para la salud pública. Recordad el dicho, nadie da duros a tres pesetas, o, para las nuevas generaciones, euros a cincuenta céntimos.


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