lunes, 19 de noviembre de 2012

Homenaje a Miliki

  Hoy voy a hablar de algo no relacionado directamente con la salud. O sí. Porque la risa es salud, eso es indudable.
  Ayer nos dejó Emilio Aragón, mejor dicho, Miliki.


  Cuando era pequeño, la tele era en blanco y negro, y a mediodía cortaban la emisión, contaba los minutos para que cada tarde empezase, previa carta de ajuste, "Había una vez un circo". Con los gags, los números circenses, las canciones, y, por supuesto, "La Aventura".
Empezaron siendo tres. Gaby, Fofó y Miliki. Luego se añadieron Fofito, Milikito y Rody. Pero los "Payasos de la Tele" eran los tres primeros.
  Fofó se fue hace mucho. Era yo un crío. Pero el programa siguió. Vino la tele en color. Entonces nos dimos cuenta de que unas veces vestían de rojo y otras de azul. Luego se dejó de emitir.
  Pero siempre han sonado en nuestras mentes las canciones de los payasos: Susanita, Dale Ramón, Hola don Pepito, La Gallina Turuleta,...
  Hace unos años editó Miliki un recopilatorio de canciones: "A mis Niños de treinta Años". Los niños habíamos crecido. Por fuera. Por dentro, se nos encogía el corazón al escuchar ese "Barquito de Cáscara de Nuez".
  Ayer se nos encogió un poquito más. Miliki nos deja. ¿Ya piensa que somos suficientemente mayores como para seguir solos? No, necesitamos que alguien nos recuerde de vez en cuando que guardamos nuestro trocito de niño en algún rincón.
  Desde dónde esté, Miliki, con Fofó, y con Gaby, nos lo va a seguir recordando.
  Gracias, Miliki.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Interesante reflexión sobre la belleza



Por Belén Velázquez . CM.
@bvelazquezmed

En alguna ocasión he  observado  a pacientes entrar en  las clínicas  con actitud discreta y a veces casi clandestina. No es la primera ni la última vez que advierto reservas en personas  a quienes les gusta cuidarse y les preocupa reconocerlo abiertamente.

No les culpo, existen muchas razones para que esto sea así.  A diario vemos a   orgullosas embajadoras   de la silicona, paseando sus exuberantes prótesis por platós de televisión , mujeres maduras con  rostros anacrónicos inyectados con productos de rellenos y caras inexpresivas que han abusado de cierta toxina. Cargados de prejuicios razonables, visualizamos a doctores y cirujanos armados con jeringas y bisturís dispuestos a convertirnos en monstruos esperpénticos y artificiales.

Sin embargo, un día nos miramos al espejo y observamos que nuestro aspecto evoluciona con nosotros y es entonces cuando la conservadora voz de tu conciencia te dice:  “es ley de vida”. Con una resignación casi religiosa tratamos de aceptar que la madre naturaleza ha querido que se te arrugue la cara, te caiga el pecho tras dos lactancias, que asome una incipiente alopecia a tus treinta primaveras o  que la piel se cubra de manchas. Queremos asimilarlo: soy feliz, mi carrera es brillante, mi familia perfecta y tengo un montón de amigos. Pero en nuestro fuero interno nos gustaría conservar el cabello, el rostro terso  y  el pecho firme.  Nos sentimos culpables por no aceptar el dogma y tratar de conservarnos sanos y guapos.

La belleza no es sólo aquello que agrada a la vista, persigue el bienestar emocional. Es compatible  y complementaria a nuestro  estatus profesional, social y familiar. Estar y sentirnos guapos favorece la autoestima, las relaciones sociales e incluso laborales.

La Medicina y Cirugía Estética abordan el cuidado del aspecto físico desde la salud. Su máxima es estar sanos y sentirnos bellos a la vez. Podemos prevenir el cáncer de piel, tratar problemas vasculares, combatir la obesidad y las enfermedades derivadas de ella,  resolver complejos que  frenan  nuestras relaciones y favorecen nuestro bienestar psíquico.

Cuidar la belleza de forma responsable es una actitud inteligente y no frívola. La clave es elegir profesionales serios que nos ofrezcan soluciones reales y con todas  la garantías que los cuidados de la salud exige.

El canon de belleza no es universal, buena cuenta de ello ha dado la historia, pero sí  existe un deseo que impregna a todos y cada uno de nosotros:  sentirnos bien y en equilibrio  por dentro y por fuera.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Manchas en la piel (hiperpigmentaciones)

    La melanina en exceso causa la mayor parte de las lesiones pigmentadas que aparecen en la piel, que muchas veces nos producen una molestia estética.
    Esta melanina tiene sus funciones, aparte de ser responsable del color de la piel y del cabello, es el protector natural contra los rayos ultravioletas A, B y C.
    Las alteraciones de la pigmentación con hiperpigmentación son debidas a un exceso de melanina, que puede hallarse en la epidermis o en la dermis. Dentro de éstas, las más frecuentes son las efélides o pecas, los léntigos, el melasma y las hiperpigmentaciones postinflamatorias.
Cuando nos molestan desde el punto de vista estéticos, solemos acudir a un centro para que las eliminen. Pero hay que tener en cuenta que lo primero y fundamental es el diagnóstico dermatológico, para descartar que se trate de lesione cancerosas o precancerosas.
    Posteriormente, hay que hacer la indicación de tratamiento específico en función del tipo de "mancha". Este tratamiento puede ser básicamente peeling químico, láser o luz pulsada, complementado con algún tipo de mesoterapia despigmentante, y con el correspondiente tratamiento domiciliario, siempre adaptado a cada tipo de piel.
    Y no olvidéis que el mejor tratamiento es siempre la prevención. Fotoprotección solar diaria, para evitar principalmente el aumento de riesgo de padecer cáncer de piel, y, en segundo lugar, para prevenir la aparición de manchas. Es especialmente importante la protección solar en zonas inflamadas, como después de una depilación láser o con cera, en alguna herida, etcétera. Y elegid, o que os recomienden, una buena cosmética adaptada a vuestro tipo de piel (no siempre buena cosmética se asocia a cosmética cara, ni cosmética cara se asocia siempre a cosmética apropiada para ti).
 Y, con independencia de tratar la manchita que nos moleste, recordad que un peeling, con una frecuencia recomendada de cada tres meses, ayuda a mantener una piel de mejor calidad, con menos manchas, y previene el cáncer de piel.
Saludos.
PD: no penséis que los días lluviosos no hay que protegerse del Sol ;o)