miércoles, 14 de noviembre de 2012

Interesante reflexión sobre la belleza



Por Belén Velázquez . CM.
@bvelazquezmed

En alguna ocasión he  observado  a pacientes entrar en  las clínicas  con actitud discreta y a veces casi clandestina. No es la primera ni la última vez que advierto reservas en personas  a quienes les gusta cuidarse y les preocupa reconocerlo abiertamente.

No les culpo, existen muchas razones para que esto sea así.  A diario vemos a   orgullosas embajadoras   de la silicona, paseando sus exuberantes prótesis por platós de televisión , mujeres maduras con  rostros anacrónicos inyectados con productos de rellenos y caras inexpresivas que han abusado de cierta toxina. Cargados de prejuicios razonables, visualizamos a doctores y cirujanos armados con jeringas y bisturís dispuestos a convertirnos en monstruos esperpénticos y artificiales.

Sin embargo, un día nos miramos al espejo y observamos que nuestro aspecto evoluciona con nosotros y es entonces cuando la conservadora voz de tu conciencia te dice:  “es ley de vida”. Con una resignación casi religiosa tratamos de aceptar que la madre naturaleza ha querido que se te arrugue la cara, te caiga el pecho tras dos lactancias, que asome una incipiente alopecia a tus treinta primaveras o  que la piel se cubra de manchas. Queremos asimilarlo: soy feliz, mi carrera es brillante, mi familia perfecta y tengo un montón de amigos. Pero en nuestro fuero interno nos gustaría conservar el cabello, el rostro terso  y  el pecho firme.  Nos sentimos culpables por no aceptar el dogma y tratar de conservarnos sanos y guapos.

La belleza no es sólo aquello que agrada a la vista, persigue el bienestar emocional. Es compatible  y complementaria a nuestro  estatus profesional, social y familiar. Estar y sentirnos guapos favorece la autoestima, las relaciones sociales e incluso laborales.

La Medicina y Cirugía Estética abordan el cuidado del aspecto físico desde la salud. Su máxima es estar sanos y sentirnos bellos a la vez. Podemos prevenir el cáncer de piel, tratar problemas vasculares, combatir la obesidad y las enfermedades derivadas de ella,  resolver complejos que  frenan  nuestras relaciones y favorecen nuestro bienestar psíquico.

Cuidar la belleza de forma responsable es una actitud inteligente y no frívola. La clave es elegir profesionales serios que nos ofrezcan soluciones reales y con todas  la garantías que los cuidados de la salud exige.

El canon de belleza no es universal, buena cuenta de ello ha dado la historia, pero sí  existe un deseo que impregna a todos y cada uno de nosotros:  sentirnos bien y en equilibrio  por dentro y por fuera.

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